domingo, 14 de abril de 2024

Cuando los dinosaurios señalan qué animales se extinguirán en el futuro

El análisis de sus huesos da claves sobre la adaptabilidad a cambios a nivel global.

Réplica del fósiles originales (Tucson Rock and Gem Show)
Cobalt 123 / Creative Commonsv
Pese a que nos separan 65 millones de años, los dinosaurios nos siguen dando claves sobre el presente: desde nuestra longevidad hasta nuestra propia evolución. En este sentido, uno de los últimos hallazgos aporta una predicción: el estudio de sus huesos daría claves de los animales que más peligro tienen de extinguirse.

El nuevo campo se conoce como paleobiología de la conservación y es muy útil en un momento en que los seres humanos podrían estar a punto de presenciar y hasta provocar una extinción masiva. Por ello, estudiar los registros fósiles, es particularmente útil para comprender cómo respondió la naturaleza al cambio climático y a las catástrofes naturales. En pocas palabras: cómo se adaptaron las especies.

Para analizar esto se han desarrollado nuevos métodos para recopilar información de huesos del pasado distante. Uno de ellos consiste en someter huesos de dinosaurios a un láser. Esto permite proyectar las muestras en un ordenador y aumentar su tamaño 50 veces para intentar encontrar materia orgánica fosilizada. Gracias a ello, los expertos han descubierto, por ejemplo, cuándo surgieron los animales de sangre caliente, un cambio que permitió que las especies tuvieran menos probabilidades de extinguirse, ya que podían regular su propia temperatura interna. Este cambio surgió en dos momentos de la historia, durante la extinción masiva del Pérmico-Triásico (la mayor de la historia) y a lo largo del Cretácico-Paleógeno (cuando se extinguieron los dinosaurios).

Muchos animales evolucionaron de forma independiente después de cada una de estas extinciones y el análisis de sus fósiles permite comprender cómo los animales se adaptan y encuentran resiliencia a medida que el planeta se calienta. Erin Saupe, profesora de paleobiología de la Universidad de Oxford, utiliza grandes conjuntos de datos para observar patrones de extinción en el registro fósil y ver qué rasgos hacen que las especies sean más vulnerables.

En un estudio publicado en Science, un equipo liderado por Saupe se preguntó si los rasgos intrínsecos, incluido el tamaño corporal y el área geográfica, eran más o menos importantes para predecir la extinción que los factores externos como el cambio climático. Uno de estos indicadores, el tamaño corporal, resulta ser importante como respuesta de adaptación. Por un lado, los animales más grandes suelen tener menos probabilidades de extinguirse en ambientes marinos, pero son más propensos a la extinción en tierra.

El tamaño corporal es un indicador clave de la capacidad de un animal para sobrevivir, ya que inmediatamente después de los eventos de extinción, los animales supervivientes tienden a volverse temporalmente mucho más pequeños. Pero de acuerdo con Saupe, el indicador más importante sería la distribución geográfica. Para llegar a esta conclusión analizaron 290.000 fósiles de invertebrados marinos de los últimos 485 millones de años y utilizaron modelos para reconstruir el clima durante ese período. Así, descubrieron que el tamaño del área de distribución geográfica sugiere que el animal también es bueno para moverse distancias mayores, y si una especie está ampliamente distribuida, un cambio climático regional en un área probablemente no afectaría a todas las poblaciones.

Cuando se trata de enfrentar una posible extinción futura de grado aún desconocido, el estudio señala que la Tierra tiene ventajas que no tenía antes. Por un lado, ya no vivimos en un supercontinente, lo que significa que el clima se regula mejor y evita que los interiores continentales se vuelvan tan cálidos y secos. Sin embargo, los recursos son limitados y los humanos tenemos un efecto desproporcionado sobre la biodiversidad.

“En el pasado, cuando se produjeron estos cambios climáticos importantes, aunque fueron devastadores para la biodiversidad... las especies tenían el tiempo y los recursos para recuperarse – concluye Saupe -. Hoy nos preocupa que esos cambios climáticos continúen, pero no hay espacio; hay recursos más limitados para que las especies puedan hacer frente a esos cambios”.

larazon.es

La dieta de los enormes dinosaurios de Morella: coníferas gigantes y helechos arborescentes

Una investigación desvela con muestra de esporas, polen y algas recogida en un yacimiento de la población castellonense lo que comían los dinosaurios herbívoros hace 125 millones de años

Reconstrucción del dinosaurio `Morelladon beltrani´ descubierto
en Morella (Castellón). 
CARLOS DE MIGUEL CHAVES
Sale a la luz la dieta de los dinosaurios herbívoros que habitaron los ecosistemas ibéricos hace 125 millones de años. Un equipo multidisciplinar e internacional de paleontólogos acaba de publicar un estudio -recogido por la revista científica Cretaceous Research- que pone fin al desequilibrio existente entre la gran cantidad de datos sobre los abundantes restos fósiles de dinosaurios que habitaron la comarca de Els Ports (Castellón) durante el Cretácico Inferior, y la escasa información sobre la vegetación que conformaba los ecosistemas en los que se movían y, por tanto, una parte importante de la dieta de ejemplares como Iguanodon o Morelladon.

Las coníferas y los helechos revestían los bosques costeros, próximos a un delta, que copaban esta región del norte de Castellón, constituyendo así la base de la alimentación de los dinosaurios herbívoros del entorno peninsular durante el Cretácico Inferior, según este estudio, que ha identificado en el municipio castellonense de Morella la flora de los ecosistemas continentales de hace 125 millones de años. Concretamente 27 géneros de esporas, pólenes, algas y dinoflagelados, que han podido ser documentados entre la muestra estudiada.

El trabajo se ha centrado en los restos palinológicos de uno de los últimos yacimientos localizados en la Concesión Minera Vega del Moll de Morella, el área de explotación extra ubicada junto a la fructífera cantera de arcilla del Mas de la Parreta, cuyas prospecciones han arrojado de la mano de sus 18 yacimientos 5.000 de los más de 7.000 restos fósiles que ha sacado a la luz en los últimos años el subsuelo de la capital de la comarca de Els Ports, que configura uno de los mejores registros del Cretácico Inferior de Europa.

Vega del Moll, que triplica la superficie de su área predecesora, garantizando a la paleontología morellana varios años de investigación, ha sacado además a la luz un nuevo, y aún por estudiar, ejemplar de dinosaurio relacionado con la especie Iguanodon bernissartensis. “Está en fase de preparación y estudio”, explica el paleontólogo José Miguel Gasulla, miembro del Grupo de Biología Evolutiva de la UNED y director del seguimiento paleontológico de la Concesión Minera Vega del Moll.

Dieta de los dinosaurios herbívoros.
De esta forma, los datos obtenidos permiten identificar que las comunidades de plantas que acompañaban a las poblaciones de este dinosaurio estaban dominadas por coníferas que podrían alcanzar grandes dimensiones, como el grupo de las extintas Cheirolepidiaceae. Estaban acompañadas de helechos arborescentes del grupo de las ciateáceas y otras coníferas que alcanzaron ingentes alturas pertenecientes al grupo de las podocarpáceas, actualmente restringidas al hemisferio sur. Toda esta vegetación estaría secundada por un denso sotobosque formado por helechos de pequeño tamaño y plantas hepáticas, entre las que se moverían las poblaciones de Iguanodon y otros dinosaurios de costumbres gregarias, señala el estudio.

La investigación ha puesto el foco también en el ambiente sobre el que se depositaron los materiales que dieron lugar al yacimiento y su relación con los ambientes sedimentarios de otras localidades europeas en las que también se han hallado restos fósiles del dinosaurio Iguanodon bernissartensis. En concreto, la evidencia fósil tanto florística como sedimentológica indica que el ecosistema en esta región peninsular se correspondía con un bosque costero muy cercano a una zona deltaica en la que las condiciones ambientales eran cálidas y húmedas.

Sobre los hábitos alimenticios de dinosaurios como Iguanodon o Morelladon, los resultados obtenidos en el estudio sugieren que tanto las frondes de estos dos grupos de helechos como las hojas de esas coníferas podrían estar entre las principales fuentes de alimento de las poblaciones europeas más meridionales de Iguanodon bernissartensis.

De este análisis comparativo se ha podido determinar que esta especie de dinosaurio herbívoro, ampliamente distribuido por la región más occidental de lo que es actualmente Europa, presentaba una amplia plasticidad en cuanto a la selección de ambientes, lo que le permitió ser uno de los dinosaurios con un mayor éxito ecológico dentro de las comunidades con dinosaurios del Cretácico Inferior europeo.

El estudio ha contado con la colaboración de investigadores y paleontólogos Universidade de Vigo, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Universidad de Bonn y el Grupo de Biología Evolutiva de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).

elpais.com

Resuelto un misterio paleontológico de 150 años en Europa

Se desconocía hasta ahora el grupo animal al que pertenecían restos similares de gran tamaño similares hallados en varias regiones de Europa occidental y central

Reconstrucción de un ictiosaurio - Marcello Perillo/Universidad de Bonn
Un estudio de la Universidad de Bonn ha encontrado explicación al misterio sobre el origen de varios fragmentos de grandes huesos fósiles que han desconcertado a los paleontólogos durante 150 años.

Desde el siglo XIX se han descubierto restos de gran tamaño similares en varias regiones de Europa occidental y central. El grupo animal al que pertenecían sigue siendo objeto de mucho debate hasta el día de hoy.

La nueva investigación concluye que la microestructura de los fósiles indica que provienen de la mandíbula inferior de ictiosaurios. Estos animales podían alcanzar entre 25 y 30 metros de longitud, un tamaño similar al de la ballena azul moderna. Los resultados ahora se han publicado en la revista PeerJ.

En 1850, el naturalista británico Samuel Stutchbury informó de un hallazgo misterioso en una revista científica: se había descubierto un gran fragmento de hueso cilíndrico en Aust Cliff, un depósito de fósiles cerca de Bristol. Desde entonces se han encontrado fragmentos de huesos similares en varios lugares diferentes de Europa, incluido Bonenburg, en Renania del Norte-Westfalia, y en la región francesa de Provenza. Hace más de 200 millones de años, estas áreas quedaron sumergidas bajo un enorme océano que cubría vastas franjas de Europa occidental y central. En el sedimento se conservan restos fósiles del mundo animal de aquella época, incluidos los habitantes marinos y costeros.

Hasta el día de hoy todavía existe cierto debate sobre el grupo animal al que pertenecían estos grandes huesos fosilizados. Stutchbury supuso al examinar los primeros hallazgos que procedían de un labyrinthodontia, una criatura terrestre extinta parecida a un cocodrilo. Sin embargo, esta hipótesis fue cuestionada por otros investigadores, que creían más bien que los fósiles procedían de dinosaurios de cuello largo (saurópodos), estegosaurios o un grupo de dinosaurios aún completamente desconocido.

«Ya a principios del siglo XX, otros investigadores habían teorizado que los fósiles podrían pertenecer a un ictiosaurio gigantesco», explica en un comunicado Marcello Perillo. El joven investigador ha estado investigando esta teoría como parte de su tesis de maestría en el grupo de investigación liderado por el profesor Martin Sander en el Instituto de Geociencias de la Universidad de Bonn. Como parte de su trabajo, examinó la microestructura del tejido óseo fosilizado. «Los huesos de especies similares generalmente tienen una estructura similar», dice. «De este modo, la osteohistología (el análisis del tejido óseo) permite sacar conclusiones sobre el grupo de animales del que procede el hallazgo».

Perillo primero tomó muestras de los huesos que hasta ahora no han sido clasificados. «Comparé especímenes del suroeste de Inglaterra, Francia y Bonenburg», dice. «Todos mostraban una combinación muy específica de propiedades. Este descubrimiento indicó que podrían provenir del mismo grupo animal». Luego demostró con un microscopio especial que la pared ósea tenía una estructura muy inusual: contenía largas hebras de colágeno mineralizado, una fibra proteica, que estaban entrelazadas de una manera característica que aún no se había encontrado en otros huesos.

Curiosamente, los fósiles de grandes ictiosaurios de Canadá también tienen una estructura de pared ósea muy similar. «Sin embargo, esta estructura no se encuentra en muestras fósiles de otros grupos de animales que he estudiado», enfatizó Perillo. «Por lo tanto, parece muy probable que los fragmentos en cuestión también pertenezcan a un ictiosaurio y que los hallazgos refuten la afirmación de que los huesos provienen de un dinosaurio terrestre».

Es probable que los fósiles procedan de la mandíbula inferior de una criatura marina. Comparando el tamaño de los fragmentos con las mandíbulas de otras especies de este grupo animal, se puede deducir la longitud de los animales: posiblemente podrían haber alcanzado una longitud de 25 a 30 metros, como habían propuesto originalmente los defensores de la teoría del ictiosaurio, especulada en un estudio anterior. «Sin embargo, esta cifra es sólo una estimación y está lejos de ser segura, hasta que encontremos restos fósiles más completos», dice Perillo. Sin embargo, ciertamente eran excepcionalmente grandes.

El primer ictiosaurio vivió en los océanos antiguos a principios del Triásico, hace unos 250 millones de años. Especies tan grandes como las ballenas existieron desde el principio, pero las criaturas más grandes sólo aparecieron hace unos 215 millones de años. Casi todas las especies de ictiosaurios se extinguieron al final del período Triásico, hace más de 200 millones de años.

La estructura inusual de sus paredes óseas, similar a los materiales reforzados con fibra de carbono, probablemente mantuvo el hueso muy estable y al mismo tiempo permitió un rápido crecimiento. «Estas enormes mandíbulas habrían estado expuestas a fuertes fuerzas de corte incluso cuando el animal comía normalmente», dice Perillo. «Es posible que estos animales también usaran sus hocicos para embestir a sus presas, similar a las orcas de hoy. Sin embargo, esto sigue siendo pura especulación en este momento».

eldebate.com

sábado, 13 de abril de 2024

Comienza la Escuela de Fútbol Municipal Fundación Dinosaurios CYL de Salas de los Infantes 2024

Desde el Viernes 12 al Martes 16 de abril del 2024 se abrirá el plazo de inscripción para la Escuela de Fútbol Municipal Fundación Dinosaurios CYL de Salas de los Infantes 2024 que vuelve en las categorías prebenjamín, benjamín, alevín e infantil masculino y alevín e infantil femenino.

Desde esta Escuela de Fútbol Municipal se pretende que tenga un carácter comarcal. Se desarrollará desde el 6 de mayo al 21 junio del 2024 y se quiere introducir a los niños en el apasionante mundo del fútbol y a la vez prepararnos para participar en el mayor número de torneos de fútbol 7 y fútbol que se organizan en los meses de mayo y junio por diferentes localidades de la provincia de Burgos.

La Escuela de fútbol Municipal Fundación Dinosaurios CYL de Salas de los Infantes va a ser organizada por el Excelentísimo Ayuntamiento de Salas de los Infantes y patrocinada nuevamente por la Fundación para el Estudio de los Dinosaurios en Castilla y León y tendrá la colaboración del Instituto Provincial para el Deporte y Juventud, Instalaciones Alonso , Kronospan, Café Bou, Covirán, Caja Viva Caja Rural de Burgos, Pinturas Decoración Oscar Camarero, Bar Restaurante El Pozo, Embutidos Llorente y Autobuses Crespo.

FORMULARIO DE INSCRIPCIÓN: 

https://forms.gle/cAzx3DKh3KAkxHrr8

HORARIOS INFORMACION:

https://drive.google.com/file/d/1CDrfWKXT5f4uuGwKxFU-l9RHecL71apP/view?usp=sharing

Más INFORMACIÓN e INSCRIPCIONES en la página web:

https://www.salasdelosinfantes.net/

Email: deportesalasdelosinfantes@gmail.com  

Teléfono: 616204140.

Plazo de inscripción: desde viernes 12 al martes 16 de abril.

tuvozenpinares.com

UN PASEO POR LA PROVINCIA | Torrelara

La 8 Burgos

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cyltv.es

martes, 9 de abril de 2024

GEOLODÍA 24 · BURGOS · 12 DE MAYO · DESFILADERO DE LA YECLA

EL DESFILADERO DE LA YECLA. CUANDO LOS RÍOS CORTAN LA ROCA

Lugar: Desfiladero de la Yecla (Santo Domingo de Silos).

El domingo 12 de mayo de 2024.

No es necesaria inscripción.

Punto de encuentro en parking de La Yecla. Recepción de 10-12h.

geolodia.es

Viaje al Jurásico ibérico: dinosaurios que vivieron en 'España'

Criaturas que caminaron hace millones de años por el suelo que hoy pisamos nosotros.

Recreación de Diplodocus. / Warpaintcobra / iStock
Imagina pasear por la actual España y tropezar con la sombra de un gigante perdido en el tiempo. En un país rico en historia y cultura, bajo los pies de sus habitantes y visitantes, yacen secretos de una era dominada por criaturas de proporciones míticas. No hace falta una máquina del tiempo para descubrir estas maravillas; solo necesitas saber dónde mirar. Desde los imponentes picos del Pirineo hasta las llanuras de Castilla, España esconde bajo su superficie una crónica épica de supervivencia, evolución y extinción. Este relato comienza hace millones de años, cuando la tierra estaba habitada por dinosaurios cuyas historias solo ahora estamos empezando a desentrañar. Un pequeño fragmento de hueso, una huella casi borrada por el tiempo, puede abrir la puerta a un pasado inimaginable donde la actual península ibérica era un escenario habitado por algunas de las criaturas más fascinantes que han pisado la tierra.

Pequeños y emplumados, feroces carnívoros que corrían sobre dos poderosas patas, y gigantes con cuellos tan largos que les tendríamos que colocar la comida en la azotea de nuestros edificios. Multitud de formas de vida de la era de los dinosaurios dejaron sus huellas en el territorio que ahora dominamos los humanos. Algunos de esos restos son raros de encontrar y otros destacan por su exquisita conservación. En este artículo os hablamos de tres dinosaurios descubiertos en España.

España cuenta con interesantes yacimientos fosilíferos. Por supuesto, destaca  Atapuerca, en Burgos, como uno de los mejores enclaves arqueológicos y paleontológicos para estudiar la evolución del ser humano. Pero no solo contamos con importantes restos de homínidos en nuestro territorio, sino que nos podemos remontar millones de años atrás para seguirle la pista a dinosaurios que caminaron por lo que hoy es la Península Ibérica.

Claro que decir Península Ibérica o España es caer en un ignorante presentismo. Cuando los dinosaurios dominaban la tierra, durante el Mesozoico, los continentes no tenían la distribución que le reconocemos hoy día. Al inicio de la era de los dinosaurios, toda la masa terrestre se agolpaba unida, conocida como Pangea. Hace unos 175 millones de años los continentes comenzaron a separarse hasta el día de hoy, en el que continúan sus movimientos. En aquella masa continental, lo que hoy es España ocupaba un lugar central, así que ni España, ni península que valga. Lo que está claro es que por esta porción de tierra pasaron dinosaurios y, para muestra, los fósiles que aparecen en los yacimientos (ahora sí) españoles. Y como tenemos un buen surtido donde escoger, en esta ocasión vamos a ver tres especies de dinosaurios de distintos tamaños, desde la más pequeña a un auténtico gigante del pasado.

'Tamarro insperatus'

Recreación de 'Tamarro insperatus'. / Óscar Sanisidro
Los restos de esta especie fueron encontrados en el Pirineo catalán en unas intervenciones paleontológicas que tuvieron lugar en 2003. Su nombre significa “tamarro inesperado”, basado en una criatura del folclore pirenaico que resulta difícil de encontrar. Y es que, efectivamente, este fósil supuso la primera y única muestra de troodóntido jinfengopterygine en Europa. Vaya, que es un fósil bastante exclusivo.

Fue un dinosaurio de poco tamaño y vivió hace unos 66 millones de años, no muy lejos en el tiempo de la extinción masiva que acabó con la mayoría de los dinosaurios. Lo podemos imaginar cubierto de plumas, con alas de tamaño medio en comparación con su cuerpo, ya que mediría entre 1,5 y 2 metros de largo, con una cola tan larga como su cuerpo que le ayudaría a dirigir el vuelo. Aunque los investigadores creen que más que volar, eran planeadores, como las actuales gallinas. Apenas superaba el metro de altura y los 20 kilos de peso. Entre su alimentación se incluyen pequeños animales o carroña, que podían desgarrar cómodamente por sus fuertes mandíbulas y las garras de sus dos potentes patas.

'Concavenator corcovatus'

Recreación de 'Concavenator corcovatus'. / Mario Lanzas / Wikimedia
“El cazador jorobado de Cuenca” es la única especie que conocemos de los extinguidos Concavenator, que vivieron hace unos 130 o 125 millones de años, a inicios del período Cretácico. Popularmente llamado “Pepito”, sus restos, excelentemente conservados, se hallaron en la actual meseta semiárida de Las Hoyas, un yacimiento de Cuenca que por entonces sería un humedal subtropical. Junto con el lugar donde se encontró, su nombre se explica por la característica joroba que subía desde la parte baja de la espalda de este dinosaurio hasta la cadera (lo que sería nuestra zona lumbar). Podía medir entre unos cuatro a seis metros de largo y era un terópodo, es decir, pertenecía al grupo de los famosos dinosaurios carnívoros que caminaban sobre dos patas, como el Tyrannosaurus rex y el  Velociraptor. Es un espécimen que ha generado un interesante estudio acerca del origen de las plumas en los terópodos. “Pepito” pudo haber lucido un plumaje primitivo, lo cual retrocedería en el tiempo las actuales cronologías que indicaban el inicio de los terópodos emplumados.

'Europatitan eastwoodi'

Recreación de 'Europatitan eastwoodi'. / Mario Lanzas /
Wikimedia
Nominado a uno de los nombres más molones de dinosaurios, “es uno de los saurópodos titanosauriformes más completos del Cretácico Inferior de Europa”, según podemos leer en la investigación encabezada por Fidel Torcida Fernández-Baldor, paleontólogo y director del Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes, en Burgos. Su nombre es un homenaje al actor y director estadounidense Clint Eastwood, cuya famosa película, “El bueno, el feo y el malo” fue filmada cerca de donde se encontró el fósil. Sus restos se encontraron entre 2003 y 2006, pero no fue descrito hasta 2017. Vivió hace 125 millones de años y estamos ante un gigante que pesaría 35 toneladas y pudo alcanzar los 27 metros de longitud, y, con su larguísimo cuello, contaría con una altura que elevaría su cabeza a los 16 metros. Estamos ante uno de los dinosaurios más altos descubierto en Europa.

Referencias:

Ortega, F. et al. 2010. A bizarre, humped Carcharodontosauria (Theropoda) from the Lower Cretaceous of Spain. Nature 467, 203-206. DOI: 10.1038/nature09181.

Sellés, A. G. et al. 2021. A fast-growing basal troodontid (Dinosauria: Theropoda) from the latest Cretaceous of Europe. Scientific Reports 11, 4855. DOI: 10.1038/s41598-021-83745-5.

Torcida Fernández-Baldor, F. et al. 2017. Europatitan eastwoodi, a new sauropod from the lower Cretaceous of Iberia in the initial radiation of somphospondylans in Laurasia. PeerJ 5:e3409. DOI: 10.7717/peerj.3409.

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